Alexandra
Farbiarz
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Soluciones para el bienestar personal y la sostenibilidad

Esta pandemia, además del choc que nos ha supuesto como especie, también es la manifestación de que, en la globalización, no todo vale.
Lo sabemos desde hace tiempo por los efectos del cambio climático. Aquí lo vivimos bajo forma de sequías, con periodos de precipitaciones cada vez más escasas, pero más intensas, y algún aviso gordo como el huracán Gloria, el último grito de la naturaleza en nuestros lares.
La globalización también ha traído consecuencias sobre la salud humana. Los efectos de la contaminación atmosférica son alertados por la Organización Mundial de la Salud y reconocidos hasta por el mismísimo Banco Mundial.
Pero el Covid-19 nos está dando un aviso muy claro: devastar la biodiversidad nos convierte en seres mucho más frágiles. Porque los virus que antes se alojaban en otros animales para sobrevivir, al no encontrar quien les hospeda vienen a por la especie que cree controlarlo todo a base de apropiarse indiscriminadamente de la naturaleza. Lo alerta la mismísima revista Time en este artículo  aunque no hace falta irnos demasiado lejos para encontrar científicos cerca de nosotros como Fernando Valladares, investigador y director del grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)  que alerta de los graves riesgos si seguimos viviendo de espaldas a la naturaleza. Y esto no hay mundo digital que lo sustituya.
Hay más riesgos asociados a la salud por el maltrato que infringimos a la naturaleza y los efectos de la contaminación y el cambio climático. Tenemos evidencias científicas, padecemos cada vez más los efectos del cambio climático. Si volvemos a la “normalidad” anterior al periodo Covid-19 significa que no habremos aprendido la lección en absoluto.
En cierto modo este virus es una metáfora de nuestra miopía como especie. Algo que no vemos ha hecho parar el mundo. La mayoría de la población mundial vive en áreas urbanas cada vez más alejadas de la naturaleza, la naturaleza con la que ya no conviven ni saben relacionarse con ella, ni entender sus ciclos. Y le faltamos al respeto, y la naturaleza se reinventa mucho más rápidamente que nuestras propias tecnologías. No deberíamos subestimar su sabiduría. Deberíamos aprender de ella, frenar y cambiar formas de hacer que lo único que hacen es llevarnos a nuestra propia autodestrucción como especie…nosotros, la única especie que se cree más inteligente que cualquier otra… y que ahora un mal bicho que ni tan siquiera podemos ver nos ha encerrado en casa, nos ha parado y ha arrebatado la vida a personas en el mundo entero.
Quisiera pensar que este freno suponga un aumento de la conciencia porque sin ella la ciencia se queda huérfana, y estamos en una peligrosa cuenta atrás donde si no damos un giro de 180 grados, me temo que el Covid-19 se quedará en una simple anécdota en poco tiempo. Así nos lo alertan los últimos informes del IPPC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) 
Y sí, deberemos asumir ciertas renuncias, necesitaremos de una gran capacidad de reinvención y de reencontrarnos como comunidad si realmente queremos salir del propio embrollo en el que los seres humanos nos hemos metido. Y seguramente en este camino podamos también aprender a expandirnos de otro modo que no sea a base de destruir a quien nos sostiene: la tierra.