Alexandra
Farbiarz
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Soluciones para el bienestar personal y la sostenibilidad

Impartiendo un taller sobre “Motivación para el emprendimiento” a alumnos de bachiller, les pregunté qué aspiraban ser y hacer en su futuro. Aunque quizás sea común la respuesta que tuvieron, me sorprendió mucho cuando me contestaron “ser alguien en esta vida”.
Quizás me chocó por lo jóvenes que eran o simplemente porque yo misma en ese momento tomé conciencia de cómo una expresión común puede contener en sí misma tanta vaguedad como negación de uno mismo. Me explico mediante la pregunta que les respondí a los participantes del taller: “… ah! Entonces ¿hoy sois nadie?”.
Su cara de estupor ante esta pregunta fue un bonito poema que dio lugar a un viaje de 5 horas en el que se permitieron conocerse un poco más allá de las proyecciones sociales con las que, jóvenes y no tan jóvenes, viven a diario.
¿Qué se esconde tras la aspiración “ser alguien en esta vida”? ¿Qué significa “ser alguien”? Lo curioso de este tipo de metáforas es que parecería como si hubiera algún tipo de consenso colectivo, aunque no definido, al respecto.
Efectivamente si bien afirman con mucha contundencia el “querer ser alguien”, les cuesta mucho lanzarse a definir quién es, cómo se imaginan a sí mismos siendo alguien. Curioso, o no tanto puesto que muchos de ellos señalan la dificultad económica como principal factor que les impediría ser este “alguien”, bien lógico si además estamos viviendo una situación de preocupante crisis económica.
Les propuse entonces que se imaginaran con todo el dinero disponible del mundo para poder ser y hacer lo que quisieran. Desde este supuesto les invité a soñar sobre la misma pregunta que empieza este artículo. Y fue entonces donde se permitieron darle forma a “este alguien” que en un principio no definieron.
Sin embargo, durante el taller pude comprobar algo más significativo si cabe y que también pudiera darle más sentido a la aspiración “ser alguien en esta vida”. En cuanto les preguntaba con qué contaban para llevar a cabo sus sueños, muy pocos se tuvieron en cuenta a sí mismos, a sus cualidades y capacidades como eje sobre el que pivotar sus proyectos.
Al realizar un sencillo juego de reconocimiento de sí mismos y entre sus compañeros acerca de las mismas, los participantes del taller aprendieron que tenían en sí mismos muchos elementos con los que contar para poder realizar sus proyectos. Evidentemente no todos los necesarios pero sí algunos tan indispensables como básicos.
Así pues resultó revelador para los participantes observar y dar valor a sus cualidades y habilidades personales, y al terminar el taller tenían un ánimo distinto, comprendieron que ya eran alguien y asumieron que quizás sí era posible dar cauce a sus sueños, que independientemente del dinero necesario para construirlos, resulta tan o más importante reconocer el potencial y las cualidades que tenemos y que hablan de quiénes somos.