- El no para poner límites:
- El no para ganar tiempo. Vivimos en un tiempo donde todo pasa muy rápido, en el que cualquier oportunidad que nos pasa por delante, si le decimos que no, parece que vamos a perder vete a saber qué. Y nos precipitamos en nuestras respuestas. Así que podemos valorar si realmente nos merece la pena decir sí o, por el contrario, es preferible decir no o utilizarlo en una pregunta del tipo…¿no te importa que te dé la respuesta en unos días? ¿Por qué no lo comentamos con alguien más? ¿no habría la posibilidad de contemplar también otras opciones?
- El no para tomar decisiones cuando no sabemos lo que queremos, pero, sin embargo, sí tenemos claro lo que no queremos. Ante dos alternativas puede que una no nos convenza, pero la otra sabemos que es claramente perjudicial y por lo tanto el no, en este caso, nos ayuda, al menos, a perjudicarnos lo menos posible.
- El no…lo sé por humildad. No tenemos porqué saberlo todo, ni tenemos que dar respuesta cuando no tenemos toda la información necesaria, aunque a veces el entorno parezca que nos lo exija. El peligro de contestar sin saber muy bien lo que se nos pide es que después paguemos consecuencias por ello. Así pues, el “no lo sé” además de situarnos en la humildad, a su vez, da pie a poder investigar o reunir la información necesaria para poder responder a las demandas que se nos plantea.
- El no interrogativo. Puede servir de estrategia para llevar a cabo una negociación. Hay muchas formas de negociación y éstas cambian según es el escenario y las circunstancias en que se llevan a cabo. Es paradójico pero una manera de hacer preguntas para obtener un sí de la parte contraria es, precisamente, utilizando un “no” al principio o al final de una pregunta. Por ejemplo: “¿No le parece importante tener en cuenta la opinión de su proveedor?” o bien “Quizás deberíamos contar con la opinión del proveedor, ¿no?
- El no juguetón. Cuando los niños empiezan a entender la importancia del “no” en el lenguaje, a muy temprana edad, a menudo lo utilizan para poner a prueba los adultos y/o para autoafirmarse. En este cas, el adulto también podría utilizarlo para llegar a acuerdos con ellos utilizando el “no” como fórmula puesto que los niños entenderían fácilmente el juego que ellos mismos practican.
- El no como postura para aclarar las propias convicciones. En determinados hechos, decir no es también afirmar valores y derechos. Por ejemplo, ante actitudes discriminatorias uno puede afirmar que hay determinadas actitudes que no son admisibles dentro de un marco de convivencia. En este sentido decir no es una forma de decir que sí se apuesta por defender unas ideas que benefician el conjunto social.
- Permitirse el no en determinados momentos vitales. Por poner un ejemplo baladí, hay quien no sabe rechazar determinadas ofertas sociales por no quedar mal. Sin embargo, decir que sí cuando en realidad no nos apetece puede llevarnos a sentirnos mal con nosotros mismos. Decir que no en este caso puede significar un sí a nuestro propio bienestar.
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