Aunque sea coach, no soy de las que repiten el mantra de “no te pongas límites”. Los límites no son, como todo, en sí mismos o buenos o malos, sino que depende de su uso y circunstancia. En este post reivindicar algunos límites positivos, aquellos que creo que debería ser bueno poner en práctica para nuestro equilibrio tanto personal como social o ambiental.
En cierto modo, ya abordé la cuestión de los límites positivos en un post de 2016: «Los no positivos» el que explicaba distintas opciones en el que un «no», lejos de ser una negativa se convertía en un instrumento afirmativo y constructivo para uno mismo. Pero esta vez, en lugar de partir de una expresión verbal, he querido utilizar un concepto muy denostado porque pareciera que los límites solo nos coartaran…y sin embargo pueden ser fuente de crecimiento y expansión. Veamos algunos ejemplos.
Límites para manejar mejor la frustración: no te tires sistemáticamente al mundo de posibilidades digitales.
Estar permanentemente conectado al móvil, a la tablet no hará desaparecer tus frustraciones. Se necesita un diálogo con ellas para aceptarlas y cambiar aquello que esté en tu medida para sentirte mejor. Las frustraciones las vivimos a lo largo de nuestra vida, pero necesitamos un entrenamiento en sentirlas para poderlas aceptar, manejar, aprender y superarlas positivamente. A veces una frustración bien manejada es el preludio de aprendizajes importantísimos.
Y aquellos que creen que ayudan a sus hijos dándoles un móvil porque les “calma” plantearos que les estáis creando como mecanismo. No os sorprenda luego que no sepan manejar sus dificultades, no les ayudasteis a que se enfrentaran con ellas para aprender a manejarlas mejor. Escuchar lo que les ocurre, explicarles qué otras opciones pueden plantearse antes de engancharse al móvil, quedar con amigos para jugar al aire libre, preguntarles y animarles a aprender a hacer algo con sus manos, con su voz, con su cuerpo y dejar que lloren cuando algo les sobrepasa son algunas de las cosas que se puede hacer para acompañarle en su frustración. Al final, recibir una atención genuina es lo que mejor ayuda para poder sostenernos ante lo que nos duele.
Límites a los diálogos internos tóxicos.
Es curioso como se habla tan alegremente de relaciones o personas “tóxicas” y no hablamos de lo “tóxicos” que podemos ser con nosotros mismos. Cuando te encuentres en bucle con pensamientos que te bloquean o te machaquen, ponles límites. Sí, es fácil decirlo, pero más difícil hacerlo. Igual empieza por identificar esos mensajes que te repites constantemente y escríbelos una y otra vez…igual ves lo absurdo que es cuando no dejas de escribirlo. O puedes poner un mensaje opuesto o matizando tu diálogo tóxico interno para cambiarle la dirección. O busca ayuda. La ayuda es cuestión de adultos, a los niños ya se sabe que hay que orientarlos. Lo difícil, a menudo, es aceptar la ayuda cuando nos hicimos mayores.
Límites a dinámicas relacionales que te dañan.
En realidad, va muy ligado al punto anterior. Si esperas a que cambien los demás, estarás sometido a la espera de que lo hagan. Pero tu voluntad y la de los otros nada tienen que ver. Así que acciona lo que de ti dependa porque lo único que está en nuestra mano es manejar cómo nos afecta aquello que nos ocurre. Así que si vives relaciones que te dañan pregúntate dónde no pones límites en esa relación o si es que no respetas tú los de los demás. Enfrentarnos a poner límites con los demás cuando no acostumbramos a hacerlo es difícil al principio porque es un paso muy distinto al que estamos acostumbrado. Pero también puede ser una manera de reencontrarse consigo mismo y los demás de una manera mucho más sana.
Límites a tu sedentarismo, a una comida llena de cosas insanas que te dañan, a tu falta de sueño.
A veces disfrutar de una buena “porquería” está bien pero no lo tomes como costumbre. Comer sano, caminar, hacer un poco de deporte, descansar las horas que tu cuerpo necesitan son recetas que todos conocemos en teoría que pueden ser variadas y sólo necesitan de un poco de disciplina. Una disciplina para cuidarte y amarte mejor. ¿Qué te limita para ponerlas en práctica?¿Cómo podrías empezar a dar pasos hacia una vida más saludable? ¿Qué te ayudaría?
Límites a una vida desconectada de la naturaleza.
Vivimos mayoritariamente en núcleos muy urbanizados, alejados de la naturaleza con una sobre estimulación de los sentidos que nos aturde sin darnos cuenta. No es lo mismo el ruido de los coches de la ciudad, que los sonidos de los pájaros en la naturaleza. Lo que nos estimula en el cerebro es muy diferente. Estamos tan desconectados de la naturaleza que le declaramos la guerra, como especie, y ahora ella nos lo devuelve…no por voluntad, sino porque rompimos su equilibrio de tanto explotarla y contaminarla. Mira los árboles con atención: gracias a ellos respiramos ¿te das cuenta? Trata de buscar la naturaleza en tu entorno, de cuidarla a cada paso o compra que hagas, responsabilizarte de pequeños gestos que nos ayuden a todos (desde no dejar el agua abierta mientras te lavas los dientes hasta que no la necesitas, a reciclar, a consumir teniendo en cuenta criterios sostenibles, reducir al máximo el consumo de plásticos y de otras cosas que no nos son necesarias y en cambio cuestan tanto de tratar una vez las tiramos, etc).
Los límites no siempre nos limitan, los límites pueden ayudarnos a expandirnos, a crecer saludablemente y en algunos momentos es lo que nos ayuda a salir adelante.
A nivel ambiental, económico y social tenemos un gran reto: o empezamos a limitar nuestro consumo indiscriminado y “sin límites” al que nos hemos acostumbrado o como especie lo tenemos muy difícil. Y no lo digo yo, lo dice el 97% de la comunidad científica a través de los trabajos del el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ¿los escuchamos o esperamos a que los desastres se vayan incrementando?.
Si prefieren también pueden ver en forma de documental «Los límites de nuestro planeta: Una mirada científica«, en el que el divulgador naturalista británico David Attenborough y el científico Johan Rockström analizan el colapso de la biodiversidad de la Tierra y explican que no es demasiado tarde para evitar la catástrofe.
Y en las empresas que trabajan con una concepción de economía circular, los diseñadores, piensan también en ciertas limitaciones como el uso indiscriminado de determinados materiales en sus productos, para que luego puedan ser reutilizables, reparables, reciclables, lo menos tóxicos posibles y puedan tener una larga vida útil. Así pues, una «limitación» en el diseño puede dar lugar a más capacidad creativa y más sostenibilidad para el planeta.
Y a ti…¿en qué te ayudaría ponerte límites? ¿Recuerdas algún momento en que practicaras límites positivos que te ayudaron a sentirte mejor e incluso a expandirte?
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