Alexandra
Farbiarz
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Soluciones para el bienestar personal y la sostenibilidad

Cuando nos encontramos con limitaciones ya sean externas (que no dependen o no dependen exclusivamente de nosotros) como internas (las propias: las que desarrollamos a través de la valoración de lo que consideramos que podemos hacer o las que vienen de impedimentos debido a una salud mermada*), podemos desarrollar diferentes respuestas ante las mismas.
Las limitaciones suelen tener mala prensa en la medida en que nos suponen determinadas carencias hacia lo que nos gustaría obtener. La percepción de las carencias suelen ser relativas a nuestras propias circunstancias, a las necesidades con las que hemos crecido, a los apoyos o no que se han recibido y a nuestro carácter. Digamos que una misma limitación puede ser vivida de modo bien diferente por una persona u otra, de la actitud con la que la enfrente y también del momento vital en que se encuentre.
Sin embargo, las limitaciones también nos hacen crecer, y sin embargo no solemos reconocerlo… o no lo hacemos hasta que, pasado un tiempo, podemos darnos cuenta que gracias a ellas desarrollamos otras capacidades, aptitudes y actitudes que nos permitieron crecer e incluso fortalecernos de lo que nos impedían o sentíamos que nos impedían.
¿No conoces este sentimiento o experiencia en la que te dices… fue porque no pude hacer x que pude hacer y? o… “menos mal que no me admitieron allí porque sino ahora no estaría haciendo lo que ahora desarrollo”
Las limitaciones pueden ser también el motor para reconducir nuestras acciones e intenciones. Nos hacen trabajar la creatividad en la medida en que nos desvían de nuestras previsiones y nos obligan a movilizar otros recursos para poder seguir adelante.
O incluso nos pueden llevar a sostener aún más nuestros propósitos y nos motivan a buscar mil modos para alcanzarlos los cual nos lleva a descubrir nuevas facetas de nosotros mismos y nuevos recursos externos que conoceremos para futuras experiencias: ampliamos conocimientos para nuestro propio conocimiento y autoconocimiento.
Así pues, las limitaciones no son solo sinónimo de impedimentos, sino que también pueden ser la fuente de crecimientos personales o colectivos cuando se comparten. Sin embargo, no suelen educarnos en las posibilidades que nos abren las limitaciones sino en la valoración de las carencias que nos suponen y que tampoco hay porque dejar de reconocer.
¿Qué aprendiste gracias a tus carencias? ¿Qué es lo que te permitieron desarrollar que, sin ellas, no te hubieras dado cuenta? Entrenarnos a hacernos este tipo de preguntas en presente quizás nos ayudaría a vivir mejor lo que nos trae, sin quererlo, determinadas circunstancias actuales en que sentimos que algo nos impide avanzar.
 *No incluimos aquí determinadas afectaciones a la salud en las que se dan procesos degenerativos importantes o que requieren de una dependencia total de terceras personas.