Este post me lo ha inspirado Eva Rico Narváez, emprendedora y empresaria por “accidente” de negocio familiar y por inquietud y vocación a lo largo de su vida. Actualmente es Quality Manager de la empresa
Creacciona FCG.
Eva se ha manejado en un mundo dominado sobre todo por hombres: el sector de la construcción. Aunque ahora también es coach y formadora y forma parte de la asociación
“Futuro en Femenino” de Torrox (Málaga) que busca potenciar iniciativas lideradas por mujeres.
Eva lo tiene claro: “El nuevo liderazgo consiste en sumar talentos e inspirar, no en buscar que te sigan. Sumando talentos se genera know-how y excelencia”
Después de su experiencia en el sector de la construcción, en el que sigue trabajando, en el que ha conseguido llevar sus productos más allá de las fronteras españolas, y de su experiencia acompañando a otras mujeres a potenciar sus proyectos, reflexionamos sobre los recursos y dificultades del liderazgo en las mujeres.
Acogiéndose al modelo de Alex McClelland sobre los tipos de motivación que estableció comenta:
“Las mujeres tenemos sobradas habilidades y aptitudes en cuanto a la afiliación (deseo de pertenencia a los grupos sociales) y al posicionamiento (poder). A la afiliación por el rol que se nos otorga respecto al cuidado de los demás por acerbo cultural y, probablemente por nuestra capacidad reproductora. Al posicionamiento porque, a pesar del techo de cristal y que se nos impida acceder como a los hombre a puestos de poder, estamos sobradamente preparadas a estar pendientes del entorno por la propia afiliación, por la necesidad de saber optimizar tanto nuestros propios recursos como los que nos rodean y la necesidad de protegernos ante los desagravios que sufrimos y luchar para obtener avances ante las necesidades. Es decir, conocemos bien los mecanismos de poder aunque esto no signifique que accedamos o se nos permita acceder al mismo. Desarrollamos, de este modo, planes de acción más globales tanto a la hora de emprender como a la hora de diseñar estrategias empresariales ¿Cuál es entonces la pata que más nos cuesta? La de la orientación y mantenimiento al logro y, por consiguiente a los objetivos”.
Tanto la afiliación como el posicionamiento tienen una mirada hacia el exterior aunque después podamos obtener beneficios para nosotras mismas. En cambio la orientación al logro es una mirada hacia una misma en la que la atención se dirige a obtener algo desde y para nosotras mismas. Algo para lo cual, tampoco se nos ha entrenado demasiado.
En contraposición, la dirección de la gestión empresarial, eminentemente masculinizada, está muy orientada hacia el logro pero significativamente menos a la afiliación.
Eva nos lleva a una interesante reflexión al respecto: “Como mujeres que lideramos proyectos e iniciativas empresariales debemos concentrarnos en cómo no sentirnos “mal” o incluso vulnerables por lo que supone lograr nuestros objetivos. ¿Por qué? Porqué cuando lo hacemos puede suponer, para nosotras, dejar de priorizar las otras dos motivaciones: la afiliación y el posicionamiento. Probablemente haya que buscar nuevas estrategias personales, educacionales, culturales y de gestión para superar estos obstáculos”.
Y concluye: “como mujeres tenemos dos de las tres grandes necesidades motivacionales cubiertas; nos queda desarrollar sin complejos la motivación por el logro, sin miedo a mostrar nuestras ambiciones… porque además solemos lograr muchas cosas cuando nos lo solicita el entorno laboral… pero entonces, a menudo lo adaptamos desde la afiliación o el posicionamiento”.
¿Qué ocurrirá cuando lo hagamos para nosotras mismas y nuestra propia satisfacción? ¿Qué ocurrirá cuando la consecución del objetivo tenga el mismo peso para nosotras que la afiliación y el posicionamiento en el diseño de nuestros planes de acción?.
Es evidente lo que ocurrirá: que el patriarcado habrá ganado su guerra y la humanidad, sin los saberes depositados en las mujeres, habrá tocado a su fin. Es contradictorio (e ingenuo) pensar que pertenencia y ambición pueden ir de la mano. Lo que la igualdad precisa es que se dé el valor y el reconocimiento que tienen las tareas que han asumido tradicionalmente las mujeres; porque, por ejemplo, amamantar es mucho más importante para la vida humana (y sostenible) que, por ejemplo, ganar un premio de fórmula 1.
Entonces… ¿atenderse a una misma es sinónimo de una mala ambición? ¿Ganar el premio fórmula 1 es el sueño de todas las mujeres? El logro se entiende aquí como un concepto mucho más amplio: el de luchar por los propios sueños sin que por ello se desatiendan las dos otras motivaciones. Muchas mujeres se acaban desdibujando y frustrándose por solo atender a la pertenencia y el posicionamiento. La propuesta pues es la de añadir, desarrollar, combinar, ampliar el logro con la pertenencia y el posicionamiento.
La frustración de tantas y tantas mujeres tiene más que ver con creer que la única forma de ponerse en valor y obtener el reconocimiento que merecen es siguiendo los pasos diseñados y dados por los hombres. Y lo que nos muestra la evidencia es que la orientación al logro es incompatible con la pertenencia, por esta vinculada a formas de posicionamiento individualizantes.
Las reglas del patriarcado son las que son y sería delirante pretender cumplirlas sin cumplirlas. Quien quiera convertirse en una mujer poderosa que lo haga, pero que no se sorprenda cuando se descubra sola, insatisfecha y enferma, como la mayoría de los hombres. ¡Con lo bonito que es soñar!
Es una forma de verlo aunque no lo comparto. ¿Por que debemos atribuir el logro a una cuestión exclusiva del patriarcado o de los hombres? Además es comprender el logro desde una determinada perspectiva, cuando existen muchas otras. El logro tiene que ver con aquello que una se proponga, con aquello que una sueña, con reconocer los propios pasos andados y los que una quiere viajar.