Alexandra
Farbiarz
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Soluciones para el bienestar personal y la sostenibilidad

“La prisa mata amigo” era una expresión que me contaban amigos míos después de volver de sus viajes al continente africano. Ahora todos tenemos prisa por salir de esta situación cargada de dolor e incertidumbre. Es lógico, estamos cansados, aturdidos, desconcertados y se respira angustia en el ambiente.
¿Pero tiene sentido que la prisa sea una constante en nuestras sociedades? ¿A dónde nos lleva?
Tener demasiada prisa nos hace perder la perspectiva de nuestras capacidades, recursos y posibilidades a largo plazo. El cortoplacismo económico nos ha llevado, casi sin darnos cuenta, al cortoplacismo emocional. La combinación de estas miras tan cortas es la inestabilidad ecológica, socioeconómica y ahora peligra también la sanitaria. Esta falta de visión nos lleva a:
·      una falta de comprensión acerca de lo que es razonable
·      asumir incoherencias que nos constriñen por un sentimiento de impotencia
·      huir de la complejidad en la que vivimos
El cortoplacismo emocional nos aleja de poder sostener nuestros verdaderos propósitos porque caemos en la búsqueda de la satisfacción inmediata que no necesariamente es siempre sinónimo de placer.
Nos hemos alejado de los placeres que llevan su tiempo, el descubrir matices, de sorprendernos con nuestros propios sentires, de ponderar los pros y los contras de lo que vivimos y esto nos resta opciones a la hora de afrontar situaciones complicadas…porque éstas necesitan tiempo, no son de respuestas binarias.
Todo lo queremos ya, como quien pide una pizza a domicilio. Y, sin embargo, el mundo de los sentimientos, aquello que elaboramos a partir de las emociones y pensamientos, son circuitos enigmáticos porque no solo tienen que ver con nuestro presente, sino también con la forma con la que metabolizamos nuestro pasado…sin olvidar en cómo vivimos la cabeza nuestras proyecciones de futuro. Y ahora estas proyecciones están cargadas de interrogantes acompañados de mucho miedo en mucha gente.
También es cierto que hay quien tiene mucha prisa para evitar mirar lo que no le gusta de sí mismo o lo que no pudo digerir de su pasado. Y entonces le ponen mucha prisa a un montón de cosas por miedo a parar y mirar su propio dolor.
En cambio, darse un tiempo de reflexión sobre nuestro sentir, así como nuestro pensar y nuestro hacer es una gran posibilidad de hacer ecología interior.
¿Y esto como nos afecta con nuestra relación con nosotros mismos y con los demás? Metafóricamente hablando, si sólo buscas satisfacción inmediata, acumularás muchos juguetes, pero los irás acumulando sin sentido. Pero la relación contigo mismo y con los demás no son juguetes. En las relaciones sí hay juegos, pero hay más. Relacionarse es compartir, es escuchar, es aceptar, es conocer y reconocer, es alejarse o acercarse cuando se considera necesario…son tantas cosas, pero para apreciarlas necesitas tiempo y cierto compromiso…algo más bien opuesto al cortoplacismo.
¿Y tú te das tu tiempo para saber lo que realmente quieres? ¿Te das el tiempo para descubrir tu propio mundo interno para saber qué es lo que realmente te apetece vivir del mundo que te rodea? ¿Te das el tiempo para respirar lo que te pasa y así poder decidir con calma entre lo que la vida propone y dispone? ¿Te das el tiempo para conocer tus habilidades y capacidades para tenerlas a tu disposición cuando las necesites? ¿Te das el permiso de conectar con la naturaleza para conectar con la tuya propia?