Hay momentos en que para salir de un mal momento no nos queda otra que arriesgarnos a probar de explorar hacer cosas nuevas y cometer mil errores para poder empezar a darle la vuelta a lo que nos abruma. Lo habremos intentado y con ello habremos aprendido cosas nuevas y quizás por el camino nos sucedan cosas bonitas que ni nos planteábamos ni tan siquiera podíamos imaginarnos.
Ciertamente tenemos momentos en que parece que todo sale mal, que la maldita piedra en la que solemos tropezarnos sigue ahí, momentos en que las circunstancias no solo no nos acompañan sino que además empeoran. Sí, esto, a veces, nos ocurre. Y cuando la cosa dura y nos atrapa la desesperación, parece que sea un estado permanente. Pero no, las cosas pasan. Para lo bueno y para lo malo. Porque lo único que no cambia, es el cambio.
Así que si las cosas van mal… ¿porqué no arriesgarse? ¿para qué vas a dejar de hacer ese gesto, esa pequeña locura o travesura que te haga mover al menos un rato de tu malestar? Empieza por algo pequeño: quizás coge el metro y bájate en una estación que desconozcas por completo, empieza a dibujar (si tú que te repetiste tantas veces que no sabes hacerlo), envía un mensaje que te apetezca a alguien que hace tiempo que no ves, date una vuelta por el parque que quede más lejos de tu casa y luego escribe todo lo que descubriste por el camino… y déjate inspirar por lo que ocurra. Al menos, durante ese rato, habrás creado nuevas conexiones en tu celebro y estarás abierto a otros estímulos distintos a tu desesperación.
Comentarios recientes