Resulta curioso comprobar que muchos conflictos estallan como de pronto… para finalmente admitir que fue un conjunto de cosas que se iban acumulando… hasta que el vaso desbordó.
La vida es un camino no exento de no-lugares en nosotros mismos, estos extraños estados en los que no sabemos muy bien qué nos pasa, dónde perdimos el hilo, en qué momento pasó que algo perdimos o dejamos de buscar.
A veces de tanto buscar en nuestras razones olvidamos todo propósito, porque ya parece demasiado lejano o porque creemos saber todo lo que nos implica y todo lo que nos impide avanzar.
Sin embargo, olvidamos que en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos cotidianos, atesoramos parte esencial de este estar y por lo tanto también podemos encontrar gran parte de nuestras respuestas.
La cuestión está en que el día a día nos parece tan conocido que ni tan siquiera reparamos en todo lo que nos dice sobre nuestra propia forma de funcionar. Nuestra percepción de las cosas, de tan repetitiva que llega a ser, parece que se convierta en la realidad por la que mira… y sin embargo… ¿Cuántas cosas más suceden al lado de las que solemos observar? ¿Cuántas cosas olvidamos cuando hacemos un gesto y no otro? ¿Cuántas veces nos paramos a secuenciar nuestros caminos para saber qué sabemos de ellos?
Les invito a que hagan una prueba: mañana cuando vayan a buscar o hacer algo, traten de observar todo aquello que hasta ahora no han mirado, giren de lado la cabeza de vez en cuando, levanten la vista, fíjense en algún detalle que suelen “barrer” con la mirada, diga “hola” ni que sea con la mirada, con una sonrisa, con aquella persona que se cruza cada día aunque no conozca.
Quizás pueda parecer un ejercicio hasta tonto, pero hagan la prueba y compruebe que ocurre… de entrada la percepción de ese mismo camino habrá cambiado, porque tendrá más elementos, podrá relacionar más cosas, quizás descubrirá cosas que le puedan venir bien… o quizás descubra nuevos caminos.
Al final, en lo pequeño guardamos muchas posibilidades que revelan que lo grande siempre nos acompaña, porque es desde lo pequeño que podemos ampliar percepciones que nos permiten conocer y conocernos mejor. A veces buscamos en la inmensidad de lo que no comprendemos y a veces basta con observar desde nuestros pequeños gestos y nuestros pequeños pasos, para seguir nuestro camino… o nuestros caminos.
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