- El síndrome de la hoja en blanco. Sin una hoja en blanco los escritores, los que realizan proyectos, los dibujantes no podrían plasmar ni sus ideas ni su arte. Sí, al afrontar la hoja en blanco puede que uno sienta cierto vértigo, per a la vez es condición necesaria para poder crear nuevas cosas que pueden llegar a ser sorprendentes. Es bueno aprender a convivir y saber partir de hojas en blanco para poder aterrizar allí todo lo que destila nuestra imaginación, nuestras razones, emociones y experiencias. Y a veces es bueno simplemente darse un tiempo para mirarlas y que empiecen a surgir las cosas, para soltar lo que nos duele, para fabricarnos sueños que pueden ser guías de nuevas andaduras. Y si te da mucho terror, ponte al lado de un niño de 3 años al que también le dan una hoja en blanco y unos colores y aprende de él.
- Aquellas cosas que más nos duelen pero que siempre evitamos. Hay cosas que nos parecen inabordables porque cuando lo tenemos que afrontar lo pasamos fatal. Muchas personas optan por escapar de esa situación siempre que pueden para evitar pasarlo mal. Sin embargo, hay momentos que la vida ya no nos permite huir de determinados estados o circunstancias. Estas situaciones nos reenvían a una sensación de vacío o desesperación porque sentimos que no tenemos recursos para afrontar el dolor o la angustia que nos provoca. Sin embargo, cuanto más lo evitamos, más grande se vuelve esa sensación de vacío que parece ahogarnos. Es preferible sentirnos torpes y empezar a buscar nuestros recursos, aunque creamos que no los tenemos, que seguir alimentando el pánico por dentro.
- Cuidar el aire. Actualmente, la calidad del aire de la mayoría de nuestras ciudades sufre de una gran cantidad de contaminantes muy por encima de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, por ejemplo, la ciudad de Pontevedra, por poner un ejemplo, decidió hacer una apuesta decidida para reducir drásticamente los coches que circulaban por la ciudad. Al hacerlo, al cuidar la calidad del aire, eso que nos vemos pero que nos permite vivir, ha mejorado substancialmente la salud de las personas, han aumentado las ventas de los comercios de la ciudad, los peatones se sienten seguros, han disminuido los accidentes de tráfico, ha mejorado la fluidez de los automóviles que circulan en ella y se han ganado espacios verdes. Cuidando algo que no vemos han renacido muchas otras cosas.
Así pues, no temamos los momentos de vacío, interesémonos por aquello que no vemos porque, como dijo Antoine de Saint Exupéry a través de El Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
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