Sí, el mundo ha cambiado. Un virus, un ser vivo que no vemos, ha atravesado el mundo entero y nos ha encerrado en casa. Bien, los “privilegiados” que podemos, porque hay muchísimas personas que trabajan a destajo para atender a los que lo necesitan en clínicas, hospitales, geriátricos, centros de atención a personas dependientes, etc.
Están también todos los dependientes que se la juegan cada día para que podamos seguir haciendo la compra, los barrenderos, los camioneros que siguen recogiendo los residuos o los que transportan las frutas y hortalizas que comeremos, los agricultores y ganaderos y otras personas que trabajan en el sector de la alimentación, informáticos que tratan de facilitar la vida a otras personas y un largo etcétera de personas anónimas y sin embargo tan importantes para sostener la vida.
Además, muchos profesores han cambiado sus modos de trabajo para poder atender a las necesidades educativas de sus alumnos, y lo han hecho de forma bastante autónoma…digamos que esta situación demuestra la lejanía entre la realidad de quien hace las cosas en lo cotidiano y los que creen tener la solución a los problemas desde los estrados.
Esta situación ha cambiado pues la percepción del riesgo. Si ahora se hicieran valoraciones justas sobre lo que se trabaja respecto a lo que cada cual se la juega, porque muchos se juegan literalmente la vida, quizás las retribuciones deberían ser revisadas de arriba abajo, del derecho y del revés. Quizás es hora para repensar sobre la diferencia entre el precio y el valor que le damos a lo que hacemos personas y a las cosas que nos rodean.
Y es que esta grave situación de emergencia sanitaria nos supone un reclamo internacional en dónde ponemos el foco como sociedad y como especie. Un bicho de proporciones insignificantes nos recuerda que el foco está en proteger la vida para sostenerla, porque sin ella, sencillamente, no somos. Y en este sentido también conviene recordar que los expertos en cambio climático hace décadas que nos recuerdan que es hora de implementar cambios importantes, y hacerlo urgentemente, si queremos que la vida pueda seguir expresándose de forma sostenible tanto para nuestras generaciones como para las que nos siguen.
Y esta situación también nos muestra otra realidad. Mientras las calles de pueblos y ciudades han quedado desiertas, en casa, confinados, se mueven muchas otras cosas. Evidentemente, el tener o no acceso a un sueldo varía la perspectiva de las cosas, el convivir con niños pequeños o no, supone un nivel de tensión u otro. El tener acceso a internet o no también supone grandes diferencias. Pero, ante todo, esta situación nos empuja, lo queramos o no, a estar con nosotros mismos, sí o sí. Y en este sentido, tener herramientas emocionales para poder sostener esta situación es muy importante.
Vivimos en una sociedad muy demandante en responder hacia fuera, en muchísimos aspectos. Estamos tan acostumbrados a rendir cuentas que ya casi ni nos damos cuenta. Pero ¿qué ocurre cuando no vamos de arriba para abajo, cuando no tenemos que ocuparnos del trabajo y los conflictos con otros, cuando no atendemos de igual manera nuestras obligaciones burocráticas, cuando no accedemos a nuestros espacios de ocio o encuentro? Ocurre simplemente que nos encontramos con nosotros mismos y ya no es tan sencillo ir buscando solo responsabilidades en los demás, porque sentirnos bien, hacernos cargo de nosotros mismos depende, esencialmente, de uno mismo.
Quizás ahora se entienda más que nunca la necesidad de atender a las emociones como un elemento central de nuestras vidas y no como algo accesorio. De hecho, incluso ante cualquier enfermedad es consabido que la salud emocional es necesario cuidarla con atención porque también de ella depende tener un sistema inmunológico más o menos fuerte.
Si durante tu confinamiento llegas a empatizar con todo lo que sientes, atendiendo a tus emociones es probable que vivas estos días extraños como una oportunidad para, por ejemplo:
- Revisar asuntos pendientes contigo mismo y poder escucharte cosas que a veces cuesta asumir y sin embargo te reclaman desde hace tiempo.
- Aceptar que, como este confinamiento, hay relaciones que nunca cambiaremos porque no dependen de uno solo, sino también del otro…quizás sea tiempo de dejar de intentar que los otros vean las cosas como nosotros y aceptarnos como somos, respetándonos a nosotros mismos.
- Ordenar y arreglar esas cosas que tienes en casa y nunca tienes tiempo para hacerlo;
- Limpiar tus correos electrónicos, es una manera de revisar tu propia historia y además … ¿sabes que borrando los que tienes borrados o acumulas sin sentido contribuirás a mejorar el planeta?
- Ponerte a hacer aquello que tienes ganas de hacer sin que nadie te juzgue: pinta, baila, escribe, cose …pon en marcha tu lado creativo…no todo se acaba mirando series;
- Pensar en tus amigos, y darte cuenta de con quien sigues contando a pesar de la distancia e incluso a pesar del aparente silencio;
- Atrévete a pensar en los momentos en que superaste situaciones difíciles y reconoce las habilidades que pusiste en marcha para poder utilizarlas durante este retiro obligado y también para cuando salgas.
- Reconoce las incomodidades que te generan determinadas circunstancias y valóralas desde la distancia… ¿las vivirás del mismo modo o quizás decidas hacerlo de otro modo? Quizás aprenderás a soltar determinados automatismos durante este tiempo de confinamiento.
- Revisa tu agenda, ¿estás haciendo lo que realmente te apetece o más bien sigues cosas por inercia? Quizás ahora pongas la dirección en lo que realmente crees que merece la pena
- Este confinamiento es un ejercicio colectivo de autoprotección y de solidaridad… ¿qué te hace sentir pensar que estás contribuyendo a que estemos todos haciendo algo por un bien común?
- ¿Sabes cuidarte? ¿Te has dado unas rutinas para no caer en un letargo sin sentido? ¿Haces ejercicio para que tus músculos no se atrofien?
- ¿Qué tal te llevas con el silencio? ¿Puedes abrazarlo o necesitas estar distraído todo el tiempo?
- ¿Te has dado cuenta de la cantidad de gente que se la juega por ti cada día? ¿Qué es lo que tú puedes aportar a los demás?
- En tu realidad, ¿valoras las cosas que nos rodean del mismo modo ahora que antes del confinamiento? ¿Qué cosas crees que cómo sociedad es realmente importante proteger y cuáles creen que no son tan relevantes como nos las pintan?
Como ves, mucho por hacer, si es que tienes tiempo. Pienso en mis amigos del sector sanitario, educativo, abogados y gestores cansados de dar respuestas a una situación difícil de responder, padres y madres – sobre todo familias monoparentales- exhaustos porque ahora además de criar a sus hijos también se convirtieron en profesores y animadores, familias con personas dependientes a su cargo… a todos ellos mi más amplio sentido de la admiración, porque para ellos el aprendizaje de todo será enorme pero seguramente poderlo metabolizar vendrá después.
En cualquier caso, todos tenemos un cometido para no caer en cuadros de ansiedad, estrés o depresión, y es ocuparnos de nuestro presente, con plena atención… porque si empiezas a ocuparte de lo que está por venir, a pre-ocuparte, cuando todo está por empezar, cuando es una incógnita demasiado grande entonces es probable que entres en un loop sin sentido.
Sí, el mundo habrá cambiado y lo cierto es que no sabemos hacia donde irá. Pero con este confinamiento nos habremos enfrentado a muchas cosas que jamás hubiésemos imaginado y veremos que fuimos capaces de hacerlo, así que para lo que venga, lo mejor es que en tu ahora estés lo mejor contigo mismo. Y si necesitas ayuda para poder hacerlo pues acéptalo, todo se aprende, y a sacar el mejor partido de uno mismo, también.
Sabios pensamientos y razonamientos, muy oportunos para recordarnos cuáles son las verdaderas cosas importantes de la vida…