Compartir una idea de valores no significa necesariamente que compartamos la manera en que los vivimos o los disfrutamos
Compartir una idea de valores no significa necesariamente que compartamos la manera en que los vivimos. Y aquí es donde, a menudo, se producen discrepancias.
Por ejemplo, en las relaciones podemos sentir afinidad acerca de lo que entendemos como el amor o la amistad. Sin embargo lo mostramos de maneras distintas. Y es en ese mostrar que no acabamos de comprendernos porque cada cual entiende que su forma de compartirlo es la válida. De aquí que a veces nos digamos ¿cómo es que si dice que me quiere o que somos amigos haga o diga no haga o no diga tal y cual cosa?
Quizás escucharnos lo que realmente queremos y permitírnoslo expresar pueda ser la manera en que podamos poner sobre la mesa nuestras necesidades y no suponer que por solo compartir unos determinados valores basta. Sin embargo a veces esto supone cuestionar nuestro propio ego, cuestionarnos nuestra propia idea de lo que son nuestros valores y de cómo los activamos, de cómo les damos el valor que tienen para otras personas según su propia manera de verlo o bien nos lleva superar nuestras propias dificultades de comunicación.
¿Estamos dispuestos a escucharnos? ¿Y a escuchar otras formas de comprender la expresión de nuestros propios valores fuera de la nuestra? ¿Y a acarrear con las consecuencias de la expresión y la escucha mutua?
La convivencia parte de la observación de las diferencias que también compartimos, no solo de aquello que nos une. Cuando llegamos a comprender aquello que nos separa podemos empezar a crear espacios de acuerdos que nos permitan aceptar que precisamente, como somos únicos, no podemos estar siempre de acuerdo, o a tomar decisiones de si realmente queremos o no compartir determinadas cosas con según qué personas.
Es una lástima que en muchas escuelas no se enseñen distintas formas de compartir y de convivir… si bien lo estemos haciendo cada día. Reflexionar sobre las distintas responsabilidades que existen bajo los valores que tenemos y las formas de convivencia asociadas y compartirlo en las aulas, o en aquellos espacios que para cada uno le importa, sería una forma de acercarnos en la comprensión de los valores y no en los supuestos que les atribuimos.
¿Qué ocurriría si lo hiciéramos con más conciencia? ¿Nos podría ayudar a no lastimarnos tanto quizás? ¿Nos ayudaría a ser más responsables de nuestras propias acciones y reacciones?
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